San Pablo dice hoy de un gran misterio, el misterio de Cristo y su Iglesia, él dice… “como Cristo amó a su Iglesia y se entregó por ella para santificarla, purificándola con el agua y la palabra, pues Él quería presentársela a sí mismo toda resplandeciente, sin mancha ni arruga ni cosa semejante, sino santa e inmaculada.”
Ahora, si ha leído la noticias últimamente, puede preguntarse si esta Iglesia que Cristo ha santificado y limpiado es realmente sin mancha ni arruga. ¿Cómo puede ella ser santa e inmaculada? ¿Donde esta el resplandor de la Iglesia de Cristo, cuando continuamente encontramos con “ciertos fracasos sistemáticos y profundos del liderazgo episcopal dentro de nuestra Iglesia”(+Archbishop A. Sample, Carta a Portland, OR). Lo han escuchado en las noticias, un nuevo grupo de escándalos ha sido abierto entre los líderes de la Iglesia e incluso un destacado Cardinal en Washington D.C. Está claro que algunos de nuestros líderes espirituales no han cumplido sus votos y sus promesas de fidelidad a su esposa, la Iglesia.
La culpa que vemos hoy es una falla para seguir el camino que nuestro Señor Jesucristo nos ha mostrado. Esta lectura de San Pablo debería tener un gran efecto en sacerdotes, obispos, y diáconos, en aquellos que han consagrado sus vidas a Cristo y están llamados a imitar Cristo al máximo. Cuando yo fui ordenado sacerdote de Jesucristo, consagré mi vida y prometí fidelidad a Cristo y Su Iglesia. Prometí entregarme para proteger la Iglesia, para santificarla y limpiarla y purificarla. De modo que a través mi sacrificio y el sacrificio de todos los fieles cristianos, nuestra Iglesia, el pueblo de Dios, puede ser sin mancha ni arruga, puede ser santa e inmaculada.
Sin embargo, cuando un miembro o cuando un líder en nuestra iglesia deja de ser fiel a su consagración, la Iglesia parece perder su esplendor que alguna vez tuvo. Me enojo mucho cuando escucho de estos crímenes y también estoy lleno de tristeza.
¡Este es un crimen terrible! “La tragedia del abuso sexual por clérigos es un profundo fracaso espiritual; y especialmente así cuando alguien llamado a ser un buen pastor, a vivir con santidad y castidad, consagrado a Cristo y a su pueblo, a servir como Jesús, actúa de manera tan gravemente pecaminosa y malvada”(+Sample).
En una carta sobre estos nuevos escándalos sexuales de clérigos en Pennsylvania y con el cardinal McCarrick de Washington D.C., el Papa Francisco citó al Papa Benedicto XVI, quien escribió: “¡Cuánta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él! ¡Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia! [...] La traición de los discípulos, la recepción indigna de su Cuerpo y de su Sangre, es ciertamente el mayor dolor del Redentor, el que le traspasa el corazón. No nos queda más que gritarle desde lo profundo del alma: Kyrie, eleison – Señor, sálvanos” (Papa Francisco).
Nosotros, los sacerdotes de Idaho, y junta a nuestro Obispo Pedro Christensen nos hemos comprometido a nuestra fidelidad a la Iglesia. Ella es nuestra esposa, somos sus padres, y deseamos a entregarnos para ustedes y sus hijos. Ruega por nuestra fortaleza y nuestra protección de las asechanzas del diabolo y yo voy a orar para ustedes y su sanción y perseverancia en esta tiempo de dificultad.
Entonces, el evangelio habla bien a nosotros hoy. Jesús nos pregunta: “¿Esto los escandaliza? En medio de la adversidad y la infidelidad en la Iglesia, cuando las multitudes murmuran ruidosamente y las palabras de Jesús parecen difíciles de aceptar. “¿También ustedes quieren dejarme?” Sí, puede parecer que nuestro Señor nos pide que hagamos muchas cosas, pero sabemos que no le falta cuando se trata de palabras difíciles. Él ha estado diciendo a estas multitudes una y otra vez, “como mi carne, y bebe mi sangre” “mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.” Si, podemos creer que este pan y este vino se convierten completamente en el Cuerpo y Sangre de Cristo, pues creo que podemos tener la esperanza de que la Iglesia siempre permanezca santa e inmaculada sin mancha ni arruga.
Usamos las palabras de San Pedro: “Señor ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que Tú eres el Santo de Dios.”
Profesemos nuestra fe en una Iglesia que es: Una, Santa, Católica, y Apostólica. Y podemos estar seguros de la santidad de nuestra Iglesia, porque fue fundada por Jesucristo, la fuente misma de la santidad.
La iglesia es la esposa de Cristo, ella es la esposa de sus sacerdotes y obispos. Y es, “Cristo, mismo, quien hace inmaculada a su esposa.” La pureza de la iglesia no depende únicamente de la fidelidad de la institución o la fidelidad individual de cada uno de sus sacerdotes o líderes. (Sí, ayuda, pero la Iglesia misma es pura, inmaculada, y santa, porque de su fuente y fuente de vida, Jesucristo. “La Iglesia es santa, por la gracia irresistible y la misericordia de Cristo.” Esta santidad que posee la iglesia es una santidad que está aquí y ahora. No es algo que una vez tuvo y que no tenga ahora, ni algo que tendrá y que no tenga ahora. La Iglesia es santa
Sí, sabemos que abunda el pecado, pero ese pecado es un engaño al significado de la Iglesia. Es un engaño de lo que significa a ser parte del cuerpo de Cristo. “Es sobre todo en la misma Eucaristía que la Iglesia se convierte en Su novia inmaculada, santa y sin pecado”. "No es una evaluación moral de las personas involucradas. Ya sabes ... es un grupo de pecadores, pero en cambio es una evaluación de lo que esta comunión y encuentro con Cristo logran, que la Iglesia, la novia de Cristo es Santa. La ha convertido en su novia sin mancha e inmaculada.”
Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con Él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: “¿También ustedes quieren dejarme?” Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que Tú eres el Santo de Dios."