La semana pasada cambiamos de leer del evangelio de San Marcos para tomar por cinco domingos del capitulo sexto del evangelio según San Juan. Por cinco domingos nos estamos enfocando en el misterio de la Eucaristía sobre la cual habla el capitulo seis de San Juan. Este capitulo empezó la semana pasada con la grande señal de la multiplicación de los panes, cuando cinco panes y dos pescados fueron suficiente para alimentar un multitud de cinco mil hombres.
Jesús empezó con la señal del pan, porque estaba preparando a sus discípulos para una señal mas grande de todas las señales que Jesús ya ha hecho. Los discípulos ya habían visto señales y milagros maravillosos. Los enfermos fueron sanados. Los leprosos fueron curados. Los demonios fueron expulsados. Una niña pequeña fue levantada del muerte y recibió un nueva vida. Incluso, Jesús caminó sobre el agua. Por mucho tiempo, la gente y los discípulos han estado buscando a Jesús, no a ver Jesús pero más a ver sus señales y milagros, a escuchar a sus palabras, y a encontrar con un profeta, con un maestro importante. Ellos encontraron con señales y signos, no encontraron a Aquel a quien estos signos significaban…Jesucristo, el hijo de hombre, el Hijo de Dios, el Mesías Divino que vino a salvar el mundo.
Entonces, fue el tiempo cerca la Pascua, la festividad de los judíos, el día de la conmemoración de una cena de pan sin levadura y cordero asado cuando el Señor Dios las sacó a las Israelitas del Egipto. Pero por Jesús, este fue el tiempo de empezar una nueva Pascua cuando todos se sentaron a comer y Jesús tomó los panes, y después de dar gracias a Dios, se los fue repartiendo a los que se habían sentado. Y las multitudes estaban satisfechas con el pan que Jesús les había dado. Pero, ¿estaban satisfechos? Parece no, porque hoy en el segundo parte del capitulo seis, una vez más, estaban pidiendo otra señal. Se perdieron totalmente el propósito del pan que ellos recibieron.
Jesús les dijo, “Yo les aseguro que ustedes no me andan buscando por haber visto señales milagrosas, sino por haber comido de aquellos panes hasta saciarse. No trabajen” Él dijo, “No trabajan, por ese alimento que se acaba, sino por el alimento que dura para la vida eterna y que les dará el Hijo del hombre.” Los multitudes fueron alimentados con un signo maravilloso, es decir con el pan multiplicado. Vieron las señales maravillosas, pero no pudieron ver, Aquel a quien esas señales significaban.
No pudieron ver a Cristo y cómo se iba a ofrecer a sí mismo como el pan de vida. Los incrédulos todavía buscaban otra vez otra señal. La gente le preguntó a Jesús: “¿Qué signo vas a realizar tú, para que la veamos y podamos creerte? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo. Jesús les respondió: Yo les aseguro: No fue Moisés quien les dio pan del cielo; es mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo. Por que el pan de Dios es Aquel que baja del cielo y da la vida al mundo. ¿Es quien? Es Aquel que baja del cielo, por obra del Espíritu Santo y se encarno de la Virgen María y se hizo hombre.
Hoy, nuestro Señor nos invita a creer en Él. A Mirar más allá de los signos y las maravillas. Y a ver, Aquel a quien esos signos significan. A aquel que baja del cielo y da la vida al mundo. Y cuando le preguntamos a Jesús para este pan de vida, Él nos contestó: “Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed.” Nuestro Señor nos alimenta con el pan de los ángeles. Y este pan es Su carne y Su sangre ofrecido para nosotros…sí en el momento de su misterio pascual, pero también cada vez que venimos aquí a la iglesia.
“Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, de su santa resurrección del lugar de los muertos y de su admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de gloria y majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo: pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación.”